A través del análisis de la escritura, un grafólogo puede averiguar cómo es nuestra personalidad, la compatiblidad que tenemos con nuestra pareja o cuál es nuestra vocación profesional.
Hay todo tipo de letras: grandes, pequeñas, bonitas, feas, redondas, puntiagudas, etc. Pero todas tienen algo en común: reflejan diferentes rasgos de manera inconsciente. La grafología es la parte de la psicología que estudia dichas peculiaridades.
Dentro de esta ciencia, podemos estudiar dos tipos de letra: texto y firma. El primero nos aporta información social sobre el sujeto en cuestión, es decir, es cómo nos han enseñado a escribir en la escuela. Podemos averiguar el comportamiento de una persona cuando se relaciona en un entorno social y, además, de qué manera se desenvuelve en su ámbito profesional.
Sin embargo, analizando la firma conocemos el yo «más íntimo» de nuestro objeto de estudio, es decir, cómo actúa con sus familiares, amigos más cercanos y pareja. Nuestro autógrafo es completamente libre, ya que no nos ha sido impuesto por nadie. Cada uno de nosotros, lo diseñamos tal y como queremos.
Aplicaciones de la grafología
Gracias al estudio de la escritura, podemos conocer:
- Personalidad: está compuesta por nuestro temperamento y carácter. Por su forma de escribir podemos averiguar si una persona es sensible, egocéntrica, humilde, pacífica, diplomática, familiar, terca, impulsiva, desconfiada, observadora, rencorosa, volátil, fría, cariñosa, lógica, intuitiva, rebelde, coqueta o tajante. Por ejemplo, la letra de este último se caracteriza por terminar con puntos marcados, subrayados y una leve inclinación de la letra. Diana de Gales tenía este tipo de letra.
- Habilidades y debilidades: nuestra grafía demuestra qué puntos fuertes y flojos tenemos. Por ejemplo, la letra puede demostrar si somos buenos hablando en público o tímidos e inseguros.
- Orientación vocacional y laboral: relacionado con el punto anterior, la letra demuestra para qué tenemos más que destreza y a qué deberíamos dedicarnos en un futuro.
- Perfil laboral: cada vez es más común que las empresas realicen pruebas grafológicas a los aspirantes a uno de sus puestos, con el fin de averiguar cómo son a través de un análisis de su letra. Al entrevistado se le da un folio en blanco y sin renglones para que escriba un breve texto y lo firme. Más tarde, el departamento de recursos humanos acudirá a un grafólogo para evaluar su escrito.
- Compatibilidad amorosa: a través de la firma y el nombre de ambas personas, es posible averiguar si su relación sentimental va a ser duradera y sólida o si no.
Nuestra letra es tal y como somos
Se pueden estudiar ocho características de la letra para conocernos mejor:
- Tamaño: si es grande la persona es extrovertida y confiada. Sin embargo, si es pequeña, quiere decir que es más insegura y tímida. Si la letra es delicada y pequeña significa que le cuesta establecer nuevas relaciones y conocer gente.
- Forma: podemos conocer cuál es el estilo de vida, gustos, originialidad, etc.
- Presión que se ejerce contra el papel: indica la firmeza, el compromiso…
- Velocidad: demuestra el ritmo de los procesos intelectuales y físicos.
- Inclinación: si es a la derecha indica amabilidad, sensibilidad, discrección pero también manipulación y control. Si, por el contrario, es la izquierda, denota emoción.
- Cohesión: revela cómo se desarrolan nuestros procesos mentales y habla también de la sinceridad, falsedad, etc.
- Dirección de las líneas: muestra el estado de humor.
- Organización sobre el papel: indica cuál es nuestra capacidad de organización, claridad o confusión.
Está claro que si de verdad queremos conocer a alguien, sólo basta con saber cómo escribe y firma. Ya no decimos eso de «dime con quién andas y te diré quién eres». Ahora, deberíamos decir «dime cómo escribes y te diré cómo eres».
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